Memorias de

una acordeonista







(En la entraba de ArteBA junto a Diana Aisenberg)

A mis 35 años comencé a salir a la calle a tocar el acordeón. Viviendo en el barrio de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires, aprovechaba la cantidad de cines cercanos y me paraba en las entradas, para tocar unos valses a la gorra. Me sabía solo algunos temas clásicos que loopeaba como repertorio. Luego de un tiempo empecé a improvisar, no con tantos recursos, pero buscando melodías mas alegres y bizarras. Realmente me perdía en la música, con una clara intención de llenar de magia la calle.
Nota diario Mi Belgrano

Estas son algunas de las anécdotas que me ocurrieron, sabiendo que siempre la más hermosa es aquella de cuando se acercaba una persona y me confesaba que le había alegrado la noche.

La gorra
Recuerdo una vez que una monja me dió dinero, al tiempo que un colectivero me proponía matrimonio, diciendo que me iba a poner en la mesita de luz.

Los saladitos
Recuerdo cuando me dejaron unos saladix en el estuche

La media
Un vendedor ciego me regaló un par de medias por mi coraje

El borracho...

Las oportunidades
Mucha gente se acercó ofreciendome trabajo en cumpleaños y hasta en el teatro

El tailandés
Tocando en el barrio chino conocí un tailandés que es vendedor ambulante hace muchos años. Me tiraba tips de donde pararme.

El obrero
Un hombre que estaba arreglando la calle se me acercó y contribuyó con la gorra

y un niño de la calle también

Los enamorados borrachos
Una pareja de borrachos se puso a bailar mientras tocaba

La cartita de javier
Me dejaron una carta re dulce deseandome una linda noche

La niña que bailaba
Muchas veces los chicos se ponen a bailar

la competencia

El evangelista
Me dejaron una mini biblia

La profesora de acordeón
Me suelo encontrar con profesores de acordeón, que me tiran algunas pautas

Vibración
Un día un sordo me agradeció por mi música